¿Soy yo la mala por no invitar a mi familia a mi casa?
Yo (mujer de 36 años) he vivido sola durante los últimos 10 años. Me encanta vivir sola y mi independencia y privacidad son muy importantes para mí. Por si acaso es relevante, el año pasado me diagnosticaron con autismo.
Cuando me mudé por primera vez a mi casa, mis padres solían visitarme un par de veces al mes, solo para tomar algo, ponernos al día y tal vez ver un poco de televisión por la noche después del trabajo. Esto siempre me causaba una ansiedad terrible, y pasaba mucho tiempo limpiando, ordenando y preocupándome por su visita. Cuando venían, mi madre siempre hacía comentarios despectivos sobre mi limpieza y mi orden, y además miraba dentro de cajones cerrados, armarios y habitaciones. Para mí eso era una violación total de mi espacio y le pedía que no lo hiciera, pero ella siempre lo negaba o insistía en que no hacía nada malo.
Mi madre es una persona bastante volátil y emocional, y sus visitas solían terminar en discusiones o con ella alterada. Mi casa es mi lugar seguro y tranquilo, y sentía que ella lo perturbaba.
Luego llegó el confinamiento por el COVID y las visitas no estaban permitidas, y me sentí mucho más cómoda en mi casa. Después de que terminó el confinamiento, seguí manteniendo esa regla, con la base de que me gusta la privacidad y que mi hogar es mi santuario.
Mi madre está furiosa por esto y lo saca a relucir cada pocas semanas. Aun así, yo sigo visitando a mis padres con bastante regularidad, especialmente en reuniones familiares más amplias, y valoro mucho pasar tiempo con ellos.
Pero la última vez que fui a su casa, empezó a decir que ya era hora de que ellos me visitaran a mí. Le dije que prefería que no lo hicieran, ya que me gusta visitarlos a ellos. Ella dijo que “no es justo” que yo vaya a su casa y que ellos no puedan venir a la mía.
Le dije que prefiero mantener mi casa como un espacio privado, pero ella dijo que eso “no tiene sentido” y que estoy siendo cruel al mantenerla fuera, y que si ella no puede venir a mi casa, entonces yo no puedo ir más a la suya.
Le respondí que eso me pondría triste, pero que no cedo ante la manipulación emocional, y que si no soy bienvenida en su casa, entonces simplemente dejaré de ir.
Entonces se puso a llorar y empezó a decir lo triste que está porque no quiero pasar tiempo con mi familia, ni ver crecer a mis sobrinos, etcétera. Ahora está amenazando con aparecer en mi casa sin avisar.
Sé que a muchas personas esto no les importaría y que están felices de recibir visitas en su casa, pero para mí es una gran fuente de ansiedad y no entiendo por qué es un precio que tengo que pagar para tener una relación con mi familia.